Estoy segura de que todos los que estén leyendo estas líneas conocen a algún hombre maltratado por su pareja. Sobre todo, si no piensan en la violencia física como la única forma de maltrato.
Lamentablemente, también muchos hombres son víctimas de violencia en sus parejas: agresiones físicas y verbales, amenazas, coacciones, vejaciones, etc. Los casos más graves llegan a la muerte, en muchas ocasiones por suicidio.
Pero muchas veces ni siquiera se piensa en ellos como víctimas. Quizá porque no denuncian, no se separan de su pareja o sus casos no suelen aparecer en los medios de comunicación.
Normalmente sienten verdadero pánico a mostrar lo que están sufriendo, porque no saben cómo reaccionará su entorno ni si encontrarán respaldo en los Tribunales. También sienten mucha vergüenza y temen ser cuestionados como si fueran culpables. ¡Qué dirán!
Y en mi modesta opinión, sus casos no suelen salir en los medios por esa resistencia a creer que también son víctimas.
¿NO LES RECUERDA ESTA SITUACIÓN A LA QUE VIVÍAN ANTES LAS MUJERES MALTRATADAS?
No hace mucho las mujeres asumían el maltrato en el más absoluto silencio. Hasta la entrada en vigor en enero de 2005 de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, la gran mayoría no denunciaba por los mismos motivos que hoy no lo hacen los hombres maltratados.
Esta Ley ha dotado a las mujeres de un estatuto especial de protección. Y también ha generado conciencia social para la erradicación de la proclamada violencia de género.
Por el avance, se han creado unos Juzgados especializados y múltiples ayudas para terminar con esa lacra. Pero no se ha dispuesto lo mismo para los hombres maltratados y, ¿no somos todos iguales ante la Ley?
¿CÓMO PUEDEN DEFENDERSE LOS HOMBRES MALTRATADOS?
Como ya hemos dicho, ni les protege la misma Ley que a las mujeres ni cuentan con las mismas ayudas.
En el año 2008 asumí por primera vez la defensa de un hombre maltratado por su novia. Y lamentablemente en ese momento tuve que enfrentarme a una durísima realidad: el descrédito a la víctima, la falta de ayudas y el típico «qué habrá hecho él».
Esta situación de desamparo me sorprendió tanto que me empujó a especializarme en la defensa de los hombres maltratados. Y si bien no puedo seguir los mismos cauces que cuando defiendo a una mujer maltratada, por supuesto también consigo su protección.
Como en todos los asuntos que me confían, lo primero que hago es escuchar atentamente a la víctima y/o a su familia, porque muchas veces son ellos los que me contactan. Valoro si debemos solicitar una orden de protección: depende de la gravedad de los hechos, el riesgo de que se repitan y la necesidad de prohibir que la agresora se acerque o contacte con él.
A continuación, redacto e interpongo la correspondiente denuncia detallando los hechos ocurridos. Y a partir de entonces, se inicia la fase judicial, que suele proteger eficazmente la víctima.
CONCLUSIONES:
También existen hombres maltratados aunque sus casos sean menos notorios o tengan menos repercusión en los medios.
Aunque no les ampara la misma Ley que a las mujeres maltratadas ni tienen las mismas ayudas, también hay salida, sobre todo si se cuenta con asesoramiento experto.
No los estigmaticemos ni pongamos en la misma situación en la que se encontraban antes las mujeres maltratadas. Ayudémosles. Es imprescindible proteger a cualquier persona, independientemente de su sexo u orientación sexual.
Si desea recibir más información o hacerme una consulta sobre su caso, estaré encantada de atenderle. Puede contactar conmigo pinchando en este enlace.
